Monday, February 16, 2009

Disfrazada de mí, me iré a buscar

Ahí estaba...un mar de gente a mi alrededor. Las baldosas color rosa viejo, un aroma de fiesta y flores llenaban la sala, a puertas cerradas. Vos imaginabas desde afuera lo que pasaba acá adentro.

La pared, los flashes, el ruido...nada me impedía oírte del otro lado de la pared de cemento ni de la puerta gigante y gruesa decorada con velos y flores. Te sentía respirar, escuchaba tus latidos, tu tristeza era evidente. No podías con tu alma. No ibas a formar parte de mi vida: hoy era el tan temido fin.


Las primeras notas de una melodía me abrían el corazón. La campanadas anunciaban que mi nueva vida estaba por empezar y vos te preparabas para partir, con tu corazón hecho añicos en tus manos. Todo en silencio. Miro a mi alrededor y sólo escucho mi respiración y mis latidos acelerados. Tiro las preciosas y perfectas flores al suelo y decido correr como si fueran mis últimos instantes de vida. Los invitados desconcertados me siguen con la mirada. Los pétalos en el suelo...destrozados. El momento de la verdad.


Cada paso aumenta los latidos de mi corazón, lentamente mi mano alcanza el picaporte medieval. Abro las dos puertas y la calridad del sol se había transofrmado en un mar de nubes de tonos grises. El viento invita a las nubes a danzar. Yo te busco en soledad y no te veo alrededor. Cada paso me aleja más de esa vida perfecta y a la vez, cada paso me acerca más a vos, al amor. Las primeras gotas de la lluvia otoñal dominical caen sobre mi piel, limpian el mundo, limpian el dolor, tu dolor...sin embargo no hay rastro alguno de tu presencia.


Navego la lentitud de las horas sumergidas en tus ojos, una y mil veces regreso al mismo lugar, encerrada en la eternidad. Y como una visión, apareciste en mi soledad, lleno de todo aquello que amo. Mis ojos recuerdan lo que hoy iba a enterrar. Recorrés la quietud de mi cuerpo al respirar. Recorrimos tantos laberintos sin siquiera mover los pies. Tus caricias en mi rostro se deslizan como lluvia en el mar y abren la puerta de la inmensidad. Nos miramos y todo se detiene.


Con suavidad y amor tus labios besan mi frente y graban en mi piel con fuego nuestra verdad. "Miamor, vos sabés que no hay nada, nadie que te quite lo que el corazón pudo hallar. Nos queda tanto por vivir". Nuestro abrazo nos fusiona, somos uno otra vez. La lluvia, un mar de fotos de cristal que acunan las lágrimas de sal de nuestros ojos. Acaricio el viento, aprendo a no olvidarte. "si te quiero espara siempre y eso ya no va a cambiar...amor, nunca es tarde para verte, con vos quiero mi vida empezar

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